Una vez finalizados todos los eventos realizados alrededor del Día Internacional de la Mujer, tengo sentimientos encontrados. Por un lado, estoy feliz de haber podido celebrar los logros femeninos alcanzados y, por otro lado, tengo sentimientos de frustración y déjà vu.
Si bien es genial tener sesiones y paneles que nos inspiren y hagan sentirnos empoderadas, a veces parece que la conversación no ha avanzado. Si bien el fondo está plagado de buenas intenciones, el mensaje de que las mujeres deben ‘levantar la mano’ para ofrecerse a realizar proyectos desafiantes es ingenuo. Ignora el sexismo arraigado por el cual a menudo a las mujeres no se les dan las mismas oportunidades para participar en proyectos que definen su carrera, o se les perdonan los errores si algo sale mal, de la misma manera que se hace con sus colegas masculinos. Además, la falta de discusión sobre la interseccionalidad es una oportunidad perdida para la equidad.
En última instancia, el ritmo del progreso de las mujeres en el lugar de trabajo es glacial. El Foro Económico Mundial estima que se necesitarán 132 años para alcanzar la paridad de género global. Por tanto, hasta el año 2152 las mujeres no alcanzarán a los hombres. El empoderamiento político y las oportunidades económicas son barreras clave para las mujeres. Los ejemplos del sexismo cotidiano nos rodean; por ejemplo, solo el 2% de los fondos de capital de riesgo en los EE. UU. va destinado a las mujeres. Olga Franczak, experta en igualdad de género, compartió recientemente en LinkedIn cómo su presión arterial se disparó al escuchar las experiencias vividas por mujeres en el Reino Unido en un evento de IWD en ISE Partners. Entre ellas, una mujer se dio cuenta de que estaba muy mal pagada en comparación con los hombres de su equipo. Cuando mencionó el tema, la respuesta de su jefe fue: “Pero te casarás pronto y renunciarás, así que no necesitas ese dinero”. Franczak señala que “la igualdad de género no es ni inevitable ni irreversible”.
Como empresas, tenemos a nuestro alcance ampliar los límites y permitir que las mujeres superen estas barreras. El Foro Económico Mundial tiene ejemplos prácticos claros que las organizaciones pueden realizar para alcanzar la equidad. Tres elementos clave son el apoyo a grupos de talento más amplios, la tutoría o mentorship y el modelo a seguir o role modelling.
Las mujeres necesitan ‘ver para creer’, saber que, una vez que estén en una posición, recibirán apoyo para alcanzar su potencial. Con ese fin, me alegro de saber que hay un número cada vez mayor de modelos femeninos fantásticos en puestos de liderazgo, y tenemos algunas líderes femeninas fenomenales en Wavemaker y en la red más amplia de WPP.
Convertirse en líder depende de actuar como un líder, pero depende más de ser visto por los demás como un líder. Y durante mucho tiempo se ha equiparado el liderazgo con la masculinidad. Es más, con un determinado tipo de masculinidad. En 2004, Malcolm Gladwell realizó un estudio que concluyó que el 68% de los directores ejecutivos masculinos de EE. UU. medían más de 180 centrímetros de altura, en comparación con el 15% de la población: ¡esos centímetros adicionales de fémur dan esa masculinidad adicional!
Sin embargo, hay algunos brotes verdes de optimismo y cambio positivo. Un meta análisis reciente, realizado por Alice Eagly y sus colegas, descubrió que las mujeres, cada vez más, confían en sí mismas y consideran que pueden convertirse en líderes exitosas, complementado con una mayor percepción de competencia para las mujeres, mientras que el estereotipo de liderazgo está disminuyendo en masculinidad. Las mujeres están demostrando cada vez más confianza en sí mismas para ‘actuar’ como líderes.
Para hacer de estos brotes verdes un paisaje verde, las organizaciones deben seguir evolucionando y poner su granito de arena para acortar esos 132 años que restan para alcanzar la paridad de género. Además de apoyar grupos de talentos más amplios, asesorar y celebrar modelos femeninos a seguir, existe una oportunidad para que los hombres den un paso al frente y sean aliados activos. En “Three simple ways to be a better male ally”, Aaron Limonthas, escribió una lista inicial de cosas que los hombres pueden hacer para ser aliados más activos de las mujeres. Algo tan simple, que cualquier hombre puede realizar, es “hacer menos para tener más impacto”. Cuando tenga la oportunidad de hacer una presentación, hablar en un panel, liderar un proyecto o conducir una presentación para cualquier audiencia, pare un momento y pregúntese: “¿Soy la persona adecuada?” Simplemente, recomendando a una mujer para que lo reemplace en estos momentos, está revirtiendo siglos de borrado sistémico del impacto de las mujeres en la sociedad. En última instancia, las mujeres no buscan caballerosidad, buscan igualdad; queremos aliados, no caballeros.
Publicado originalmente en Mujeres a Seguir